Últimamente, estoy leyendo una serie de recomendaciones un tanto asombrosas para acabar con las plagas y me preocupa la osadía de la gente en aconsejarlas y cómo los lectores confían en que hacer esos cócteles de 3 o 4 insecticidas juntos es lo correcto. También me preocupa la obsesión de la gente por querer eliminar todo ser viviente que aparece en sus plantas, sin importar si es perjudicial o inofensivo o incluso beneficioso para ellas.
Voy a ser lo más claro posible para que no quede ninguna duda: el 90% de las plagas y enfermedades que sufrirán nuestras plantas se podrán contar con los dedos de una mano.
En cuanto a insectos, vamos a tener pulgones y cochinillas; y en cuanto a hongos, oidio y roya; y poca cosa más. Si tenemos controladas esas plagas y sabemos tratarlas correctamente, ya nos podemos dar por satisfechos.
Para los pulgones tenemos más que de sobra con utilizar jabón potásico del que ya os hablé hace tiempo. Para la cochinilla, si es poca cantidad, también la podemos eliminar con el jabón potásico frotando las hojas con un paño y si es mucha, podemos usar jabón potásico mezclado azadiractina. El jabón potásico reblandece la concha de la cochinilla y así la azadiractina actúa mejor contra ellas. En casos ya más severos, no quedará otra que emplear un insecticida sistémico de síntesis porque las cochinillas son más resistentes que los pulgones debido a su caparazón.
Pero por favor, no empleemos el imidacloprid, metil-clorpirifós, ni piriproxifén como insecticidas de primera elección porque tienen más perjuicios que beneficios y menos aún mezclándolos todos juntos. Nos acabarán con la plaga, eso seguro que sí, pero también nos matará a las abejas y al resto de insectos beneficiosos. Y no solo quedan ahí sus perjuicios, sino que también tienen un efecto residual muy prolongado y son unos insecticidas que se acumulan en el terreno y pueden contaminar el agua de lagos y estanques, las aguas subterráneas, y envenenar a los peces y a las aves que se alimenten de ellos. Hace unos años solamente estaban autorizados en invernaderos para uso profesional, pero es que ahora ya ni eso. Los están prohibiendo totalmente y tienen motivos más que de sobra para hacerlo.
Insisto en que con el jabón potásico vamos a tener más que suficiente para la mayoría de las plagas. Eso sí, tendremos que hacer aplicaciones semanales durante 2 o 3 semanas porque actúa por contacto directo con el insecto. Sin embargo, cuenta con una gran ventaja y es que sus efectos perjudiciales son casi nulos para el medio ambiente y además no genera resistencias en ninguna plaga. Dentro de los insecticidas, el jabón potásico es un producto bastante ecológico y biodegradable, y además aporta un poco de potasio extra a las plantas. También tiene un poco de efecto sobre los hongos por su efecto limpieza, pero su fuerte es el efecto insecticida.
En cuanto al tema de hongos, el oidio se trata con azufre de manera preventiva y en sus fases iniciales. En cambio, para la roya y el resto de hongos se utiliza el cobre. En el caso de que el ataque de hongos sea muy severo, es necesario emplear un fungicida sistémico. Para esa situación, los más aconsejados son aquellos de la familia de los triazoles, como el difenoconazol, que además se vende para jardinería exterior doméstica y no requiere de carnet fitosanitario.
Una abeja no nos va a matar las plantas, dejémosla vivir y no usemos tantos plaguicidas |
Creo que con esta entrada más o menos me estáis entendiendo lo que quiero decir. No reniego del uso de los plaguicidas de síntesis, pero para matar unos pocos pulgones no nos hace falta hacer un mezcladillo de imidacloprid + piretrinas + aceite de parafina y aplicarlo cada 3 meses como se estilaba hace 30 o 40 años. Es como cuando tenemos una infección en el cuerpo, que no hace falta que la tratemos con 3 antibióticos a la vez si con uno adecuado nos resuelve el problema. De la misma manera que las bacterias desarrollan resistencias a los antibióticos, las plagas también las desarrollan y llegará un momento el que sea cada vez más difícil lidiar con ellas.
A pesar de todo, el mejor tratamiento que podemos hacer a nuestras plantas es la prevención, os lo digo siempre. Si podemos elegir, siempre escogeremos variedades que sean lo más resistente posible a las plagas para no tener que estar muy encima de ellas haciéndoles tratamientos. Por tener unos pocos pulgones en una planta, tampoco pasa nada, siempre y cuando el volumen de pulgones sea tolerado por la planta, y lo mismo ocurre con los hongos, por un par de hojas infectadas tampoco pasará nada.
En cambio, si tenemos un rosal que todos los años se enferma gravemente de oidio y que requiere siempre de un tratamiento, la mejor opción será quitarlo y sustituirlo por otra variedad que sea más resistente. Puede que al principio no nos guste la idea, pero a la larga nos compensará porque nos ahorraremos muchos tratamientos y disgustos.
La diversidad de insectos se consigue con un uso racional de los plaguicidas. No hay que usarlos a diestro y siniestro con cualquier bichito que veamos. |
Aquí os dejo un resumen de mi método de actuación ante plagas de insectos:
- Quitarlos a mano en fases iniciales de la plaga cuando aún hay poco bicho
- Jabón potásico cuando el anterior tratamiento no es suficiente o como complemento del anterior
- Aceite de parafina, que tiene las mismas ventajas que el jabón potásico, pero es un poquito más potente. Solo se utiliza en invierno en plantas de hoja caduca como tratamiento preventivo porque tapona los estomas de las hojas. Ahora existe un aceite de verano, que es similar al aceite de parafina tradicional, y que se puede aplicar en plantas de hoja perenne y durante la temporada de crecimiento, pero yo no lo probé nunca y no os puedo dar mi opinión sobre él
- Aceite de neem (azadiractina) cuando los anteriores tratamientos no son suficientes, aunque de momento nunca llegué a este paso. Con el jabón potásico me es suficiente
- Ultimísima opción: tratamientos químicos de síntesis, pero matan todo, insectos buenos y malos
Para los hongos también hago algo parecido:
- Quitar hojas infectadas a mano si el contagio está en fases muy iniciales
- Azufre o cobre según el tipo de hongo que provoque la plaga. Si el contagio es muy leve, en vez de rociarlos por toda la planta, únicamente lo aplico localmente en aquellas hojas o tallos afectados
- Difenoconazol o cualquier otro fungicida de tipo triazólico y con esto soluciono el problema
Hace unos años hacía tratamientos preventivos en invierno, pero ahora ya no los hago y prácticamente no tengo plagas. Solamente veo algunos pulgones en primavera y un pelín de oidio en alguna planta puntual.
Os recuerdo también la necesidad de disponer de equipos de protección individual a la hora de aplicar los tratamientos, al menos guantes, mascarilla y gafas de protección. Con el jabón potásico no hacen falta porque es jabón simplemente, pero con el resto de tratamiento sí que hace falta protegerse y lavarse las manos y la cara después de aplicarlos. Además, también hay que enjuagar bien la botella o la mochila y las boquillas para que no queden restos de los productos.
Yo empleo una botella de spray de 1 litro o una de 5 litros según la cantidad de plantas a tratar. Siempre tratando de hacer la cantidad justa de preparado. La enjuago un par de veces con agua limpia y luego le doy presión y pulverizo para que también se limpien los conductos internos y la boquilla.
Si fuéramos a utilizar la botella para la aplicación de herbicidas, habría que lavarla bien con un poco de sosa cáustica o amoniaco para asegurarnos de que quede perfectamente limpia. Aunque en este caso la mejor opción sería tener dos botellas, una exclusiva para los herbicidas y otra para los demás tratamientos y tenerlas bien identificadas para no confundirlas. Ya no es la primera vez que veo a alguien echándole herbicida a los frutales por tener la botella mal lavada, terminar con esos frutales medio muertos y pasar varios años tratando de recuperarlos.
Para ir terminando, os aconsejo consultar la web del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (también conocida como MAGRAMA) porque es ahí donde están las normas y recomendaciones actualizadas para los tratamientos de las plagas. En caso de alguna duda, la mejor respuesta que os puedo dar es consultar esa web. Ahí podéis consultar por tipos de plagas, principios activos y comprobar el número de registro fitosanitario del producto que vayáis a usar. Todo lo que os aconsejo en el blog en general, y en esta entrada en particular, sobre el uso de plaguicidas está todo basado en sus recomendaciones.
Me despido con unos enlaces a los BOE sobre el clorpirifós y el imidacloprid por si queréis echarles un vistazo.
BOE sobre la no renovación del clorpirifós y de metilclorpirifós
Completamente de acuerdo contigo, hay que ir a lo más práctico y beneficioso para el medioambiente.
ResponderEliminarYo ahora mismo para los pulgones, que es la plaga más habitual, solo uso 2 métodos, quitando a mano si son pocos y están en una zona accesible y lo otro es el jabón potásico.
Sí es cierto que alguna vez he tirado de un insecticida / acaricida cuando veo algunas larvas, pero ha sido de uso puntual.
Y para los hongos, solo quito las hojas afectadas y aplico azufre y cobre.
Al final es lo de siempre. Para tener 4 plantas en casa no hace falta andar con 40 pesticidas y menos aún mezclándolos sin ningún sentido. A nivel doméstico es muy fácil solucionar muchas plagas quitándolas a mano.
EliminarMe parece que hay que tener la misma conciencia que con los medicamentos. Si hacen campañas para concienciar sobre el uso racional de los medicamentos, también habría que hacer un uso racional de los pesticidas porque al final no dejan de ser productos que se usan para matar seres vivos. Vale que existen plazos de seguridad y todo eso, pero de vez en cuando se publican estudios sobre sus efectos en los seres humanos, y en especial sobre todo en el SNC. Además, incluso los relacionan como una posible causa de enfermedades mentales como el Parkinson o el Alzheimer, así bueno, ya es un poco responsabilidad de cada uno.
Con esto no estoy de los pesticidas, pero muchas veces compensa más matar los pulgones con el dedo y dejar que la naturaleza se regule ella sola.