Los rosales no tienen espinas

Puede parecer un poco sorprendente, pero las rosas no tienen espinas.

Desde un punto de vista botánico, hay una diferencia importante entre las espinas que puede presentar un rosal y las espinas que puede tener un cactus, por ejemplo. Resulta más correcto llamar a las espinas de las rosas como "aguijones" o "acúleos", ya que tienen un origen histológico distinto al de las espinas verdaderas. Es cierto que ambas estructuras sirven de protección a las plantas frente a los herbívoros para evitar que se las coman, pero hasta ahí llegan sus semejanzas.

La primera diferencia notable entre una espina y un acúleo la encontramos en el punto donde se originan como ya os comenté antes. Los acúleos se originan en la epidermis (o corteza de la planta) y las espinas se originan a un nivel más profundo, en el mesófilo (es como si nacieran desde dentro de la planta).

Continuando con la diferencia anterior tenemos que los acúleos son protuberancias secas y duras que no están conectadas a ningún sistema vascular y, por tanto, no tienen vasos de xilema ni de floema. Sin embargo, las espinas sí están conectadas a un sistema vascular y tienen una cierta cantidad de savia circulando a través de ellas.

Rama de un rosal con acúleos o aguijones

Podemos arrancar los acúleos sin provocarle ningún daño

Los acúleos son partes muertas de la planta

Teniendo en cuenta estas dos diferencias podemos establecer que los acúleos son partes muertas de la planta y se pueden desprender sin provocar ninguna lesión. En cambio, una espina es una parte viva y si se desprende o se arranca, le provocaría una herida a la planta.

Echinocactus grusonni con espinas

Si le arrancamos una, le provocaremos una herida

Las espinas son estructuras afiladas y puntiagudas que se derivan de las hojas, tallos o ramas de una planta. Suelen ser muy duras y están lignificadas, lo que les permite mantener su forma puntiaguda y resistir el desgaste. Según la manera en la que se presenten, pueden ser simples o compuestas, dependiendo de si aparecen de forma solitaria o agrupadas en un conjunto. El ejemplo más típico de plantas con espinas son las cactáceas, pero también tenemos árboles muy conocidos como el grupo de los cítricos (limoneros, naranjos), el arbusto del kiwi o las acacias.

Con las acacias, además, se produce algo muy interesante porque se forma una relación mutualista con algunos animales. Las espinas de las acacias segregan néctar que sirve de alimento a las hormigas y ellas protegen a la planta contra otros insectos que puedan convertirse en una plaga para la planta.

Hormiga sobre una espina de una Acacia alimentándose de su néctar

Además de las espinas y los acúleos, existe un tercer grupo de espiniscencia y son los "tricomas". Los tricomas están formados por pequeños grupos de células de la epidermis, tienen una consistencia menos rígida que las espinas y los acúleos, y recuerdan más a un pelo que a una espina. No tienen esa función protectora frente a herbívoros tan marcada y se cree que su función principal consiste en proteger a la planta de la radiación solar intensa.

Los rosales tienen un tipo especial de tricoma, que son tricomas glandulares, y cuya función es segregar sustancias como aceites esenciales, azúcares y otros metabolitos al exterior. Estos tricomas solo están presenten en el 30% de todas las plantas del planeta y son muy estudiados a nivel científico.

¿Os acordáis de los rosales musgosos? Pues son un claro ejemplo de plantas con tricomas glandulares.

Capullo de rosal con tricomas glandulares

Segregan una sustancia resinífera con olor a pino

Otra planta muy fácil de encontrar y que tiene tricomas glandulares es la menta.

La Mentha suaveolens tiene tricomas glandulares muy visibles. Fijaros en la punta del brote.

La Mentha spicata también los tiene, pero en menor cantidad (os recomiendo ampliar la foto para verlos mejor)

Otras plantas que también tienen tricomas, pero esta vez llamados "tricomas peltados" porque tienen forma de escamas, son las piñas, las bromelias y los Rhododendron. Estos no son tricomas glandulares y se utilizan para evitar la deshidratación. En esta entrada ya os hablé un poco de ellos en referencia a los Rhododendron.

Por lo tanto, y retomando con los rosales, la conclusión final es que los rosales no tienen espinas y lo que realmente tienen son acúleos o aguijones. Y además, algunos rosales también pueden tener tricomas glandulares olorosos.

Esta entrada la escribo a modo de curiosidad, solamente para remarcar las diferencias entre un acúleo y una espina, pero en las siguientes entradas del blog seguiré hablando de "espinas de los rosales" por practicidad del lenguaje y para que los textos sean más fáciles de entender sin tanta terminología científica. Así que bueno, cada vez que oigáis hablar de espinas de rosales, ya sabréis a lo que me estaré refiriendo.

Comentarios

  1. Ni por asomo pensé que las "espinas" de los rosales eran en realidad acúleos. Contigo se aprende mucho. Gracias.

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    1. Gracias! Me alegro de que te haya parecido interesante. La siguiente entrada también tratará sobre otra curiosidad de las plantas (es lo que tiene que ya no halla mucha luz ahora como para hacer fotos y tengo que ir hablando de temas "atemporales").

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