Fumagina

Supongo que si tuvisteis una plaga fuerte de pulgones, cochinillas o mosca blanca en alguna ocasión, es muy probable que también os hayáis encontrado con la presencia de manchas negras en alguna de las zonas afectadas.

La fumagina, también conocida como negrilla, puede estar causada por diferentes hongos del género Capmodium. En los cítricos se debe al hongo Capmodium citri, en los olivos está provocada por el hongo Capnodium olaeophilum, pero en otras plantas puede ser cualquier otra especie que pertenezca a ese mismo género.

No me importa tanto que conozcáis el hongo exacto que origina la enfermedad, sino que identifiquéis la manera en la que se manifiesta. Siempre se aparece en forma de manchas negras en las hojas de las plantas y es como si las hojas estuvieran manchadas de hollín continuamente. Ojo, porque no son manchas que se forman en los tejidos de la planta, sino que se forman sobre su superficie. A mí me recuerda un poco a las manchas de alquitrán porque también tienen un tacto un poco pegajoso y además son de un color negruzco muy parecido.

En la introducción os hablaba del pulgón y de la cochinilla porque son dos insectos típicos que excretan el exceso de azúcares que absorben del floema de las plantas. Estos azúcares, llamados ligamaza o melaza, los van depositando en las hojas, ramas o frutos y cuando se contaminan con el hongo, se desarrolla la fumagina. La contaminación se puede producir de manera casual a través de esporas que transporta el aire, como a través del propio insecto que transporta las esporas y que luego se quedan pegadas en esos azúcares. El periodo típico de su aparición es en primavera y verano, momento en que las plagas de pulgón y cochinilla están en su máximo crecimiento y no se producen grandes lluvias que laven esa ligamaza de las hojas.

Fumagina provocada por la ligamaza de la cochinilla

La importancia de la fumagina se debe a que, una vez que recubre toda la hoja, crea una capa opaca a la luz solar impidiendo que esa hoja pueda hacer la fotosíntesis. Si son unas pocas hojas no tiene mayor relevancia, pero si la afectación es severa se refleja en un debilitamiento general y un peor rendimiento del árbol o arbusto al no ser capaz de producir toda la cantidad de nutrientes que necesita.

Los tratamientos de la fumagina son bastante sencillos y podemos enfocarlos en dos vías de acción. Por un lado, podemos utilizar productos enfocados a disolver esos depósitos de azúcar sobre las hojas y, por otro lado, podemos emplear productos con acción antifúngica para eliminar el hongo. De hecho, si se elimina esa capa azucarada, la fumagina también desaparecerá porque no tendrá de donde alimentarse.

Aquí, desde mi punto de vista, el producto rey es el jabón potásico. Y si lo empleamos con agua templada o un poco caliente, ya se convierte en el producto estrella. El jabón potásico junto al agua caliente nos va a disolver estupendamente la ligamaza y como además tiene un ligero efecto antifúngico nos eliminará la fumagina desde las dos vías de tratamiento. Tendremos que ir haciendo varias aplicaciones semanales durante un tiempo, pero merecerá la pena.

Y ya por último, no nos olvidemos de lo más importante, y es que lo único que nos quedaría ahora sería asegurarnos de que no siga habiendo pulgones o cochinillas que vuelvan a secretar más ligamaza y que vuelva a aparecer otra vez el hongo. Y vuelvo con el jabón potásico porque con él también eliminaríamos los pulgones al mismo tiempo que tratamos la fumagina, así que nos ahorramos usar otros productos o hacer aplicaciones extras. En cambio, para las cochinillas seguramente tendremos que reforzar el tratamiento con otro insecticida a mayores. Como no es el objetivo de ponerme a explicar ahora los tratamientos, me despido por hoy con un enlace a otra entrada en donde cuento los pasos correctos a seguir para eliminar las plagas.

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