Las plantas acidófilas son aquellas que crecen mejor en suelos ácidos, es decir, con un pH menor a 7. Ejemplos de estas plantas son los arándanos, las azaleas, los rododendros, las gardenias, las camelias, los brezos, las ericas y los acebos. Todas estas plantas se caracterizan porque tienen una alta necesidad de hierro y de otros micronutrientes que solo están disponibles en cantidades suficientes en los suelos ácidos.
La mayoría de las plantas prefieren suelos ligeramente ácidos, con un pH entre 6 y 7 y si el pH del suelo es demasiado alto, las plantas pueden experimentar problemas para absorber nutrientes esenciales como el hierro, el manganeso y el fósforo, ya que se vuelven menos disponibles en suelos alcalinos, tal como se muestra en la siguiente imagen.
Las raíces de las plantas acidófilas tienen una adaptación especial que les permite absorber hierro y otros micronutrientes en suelos ácidos. Sus raíces secretan ácidos orgánicos, como el ácido cítrico, el ácido málico, el ácido oxálico y el ácido acético, que ayudan a disolver los nutrientes del suelo y hacerlos más disponibles para las plantas.
Este proceso se conoce como exudación ácida y es esencial para que las plantas acidófilas puedan obtener los nutrientes que necesitan. Sin embargo, en suelos alcalinos, estos ácidos débiles no son tan efectivos y la absorción de esos mismos nutrientes se hace mucho más difícil.
El ácido cítrico es uno de los principales ácidos y tiene varias funciones en el suelo. En primer lugar, ayuda a disolver los minerales liberando los nutrientes que necesitan las plantas. Además, también puede unirse a metales pesados y movilizarlos, reduciendo su toxicidad en las plantas.
La exudación ácida también tiene un efecto en la microbiología del suelo. Los ácidos orgánicos secretados por las raíces pueden atraer microorganismos beneficiosos como bacterias y hongos que pueden ayudar a las plantas en la absorción de nutrientes. Además, algunos de estos microorganismos pueden desempeñar un papel importante en la fijación de nitrógeno, proporcionando una fuente adicional de nutrientes para las plantas (como ejemplo típico tenemos a las bacterias del género Rhizobium que se asocian a las raíces de las plantas leguminosas para proporcionarles nitrógeno atmosférico).
La exudación ácida también puede ser afectada por factores ambientales como la disponibilidad de agua y de nutrientes en el suelo, la temperatura y la presencia de microorganismos patógenos. Por ejemplo, en condiciones de sequía, las plantas pueden reducir la exudación ácida para conservar agua y energía.
Cuando existe cal en el suelo, esta reacciona con el agua y forma hidróxido de calcio o carbonato de calcio que provocan un aumento del pH del suelo, lo que puede afectar la disponibilidad de nutrientes para las plantas acidófilas. Además, la cal también neutraliza los ácidos secretados por las raíces, haciendo que los nutrientes no se puedan disolver bien para que sean absorbidos.
La presencia de cal también puede afectar a la actividad de los microorganismos en el suelo. En suelos ácidos, los microorganismos desempeñan un papel importante en la descomposición de la materia orgánica y en la liberación de nutrientes para las plantas. Sin embargo, esa cal puede aumentar el pH del suelo a niveles que inhiben la actividad de estos microorganismos, lo que puede reducir la disponibilidad de nutrientes para las plantas acidófilas.
Otro efecto de la cal es que puede alterar la composición química del suelo. El exceso de iones de calcio en el suelo disminuye la disponibilidad de otros nutrientes como el manganeso y el potasio. Además, también puede aumentar la salinidad del suelo y dañar las raíces de las plantas.
Es importante tener en cuenta que la tolerancia a la cal varía entre las diferentes especies de plantas acidófilas. Algunas especies, como los arándanos, son muy sensibles a la cal y pueden verse gravemente afectadas por la exposición a suelos con pH elevado. Otras especies, como las azaleas y los rododendros, son más tolerantes a la cal, pero aun así prefieren suelos ácidos.
Por tanto, vimos que las plantas acidófilas tienen la capacidad de acidificar el sustrato con los exudados de sus raíces, por lo que adaptarían las características físicas, químicas y biológicas a sus necesidades.
No es que sean plantas acidófilas porque se tengan que cultivar en sustratos ácidos, sino que ellas tienen la capacidad de acidificar el suelo en el que viven. A mí incluso me gusta llamarlas plantas calcífugas porque la presencia de cal o de calcio en el sustrato es lo que realmente desencadena toda la serie de problemas que no son capaces de resolver con la exudación de los ácidos orgánicos. Incluso podríamos cultivarlas en sustratos con pH=7 siempre y cuando la presencia de cal sea mínima. Ya os conté varias veces que cultivo mis plantas acidófilas en sustratos neutros y no tengo ningún problema con ellas porque mi agua de riego es blanda y, por tanto, no les estoy aportando cal ni calcio de ninguna manera y el poco que haya en el sustrato lo pueden contrarrestar con los exudados que produzcan.
A modo de resumen, casi podríamos decir que las plantas "cultivan" el suelo en el que viven.
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