Mancha negra

Vamos a hablar de una enfermedad fúngica un poco complicada de tratar y que suele aparecer en los rosales hacia finales de verano y durante el otoño. No se sabe muy bien de dónde surgió esta susceptibilidad de los rosales a la mancha negra, pero algunos expertos apuntan a que tiene su origen en alguna debilidad genética de las rosas Chinas que se utilizaron para crear la mayoría de los rosales modernos. Si no os suenan esos rosales, no os preocupéis porque los veremos más detalladamente dentro unas semanas.

Puede que los expertos tengan algo de razón porque los rosales antiguos europeos como los gallica, centifolias, albas o damascenas son mucho más resistentes a este hongo. O tal vez sea que, tras tantos siglos de cultivo de rosales europeos, se fueran perdiendo las variedades más sensibles y solo quedaran las variedades más fuertes. No lo sé.

La mancha negra está provocada por un hongo que tiene una fase sexual como Diplocarpon rosae y una fase asexual o imperfecta como Marssonina rosae, que es la forma que contagia a las plantas. Afecta principalmente a las hojas y a veces también a los tallos y provoca unas lesiones típicas en forma de manchas negras que pueden llegar a 1cm de diámetro, a veces acompañadas de zonas cloróticas a su alrededor.

Este hongo ya os comenté que se manifiesta típicamente en otoño, ya que ahí las temperaturas siguen siendo cálidas y además existe mayor humedad ambiental, lo que crea las condiciones ideales para su crecimiento. Su temperatura ideal para infectar las plantas es de unos 20ºC, siendo los 25ºC su temperatura de máximo crecimiento.

Su ciclo vital podemos decir que comienza en primavera, cuando los conidios (esporas) llegan a una planta al ser dispersados por el agua, el viento o algún insecto. Aprovechando el tiempo húmedo y cálido, las esporas producen unos tubos germinales o apresorios que penetran en los tejidos de las hojas y los micelios se desarrollan debajo de la cutícula de las hojas.

Marssonina rosae sobre rosa chinensis. A: hoja afectada, B: acérvulos, C y D: conidios

En verano, cuando las temperaturas sobrepasan los 30ºC y baja la humedad ambiental, se inhibe su contagio y vuelven a multiplicarse otra vez durante el otoño. Cuando las condiciones ambientales vuelven a ser adecuadas, los acérvulos producen conidios (esporas) de forma asexual que se pueden diseminar a otras plantas.

Cuando se produce la defoliación en otoño, las hifas del hongo invaden los tejidos foliares muertos y forman picnidios con conidióforos bajo los viejos acérvulos. Los picnidios sobreviven al invierno de esta manera, pudiendo resistir temperaturas inferiores de los -20ºC, y despiertan después en primavera, liberando nuevos conidios y reiniciando el ciclo.

Los síntomas iniciales de la mancha negra comienzan a aparecer a los 12-15 días de su contagio y se manifiestan inicialmente por las hojas inferiores, que se van volviendo amarillas. Y ojo, porque esto no hay que confundirlo con la propia otoñada natural del rosal, que también empieza por la misma época y también por las hojas inferiores.

A simple vista, y sobre todo si la mancha negra está aún en fases iniciales, es muy difícil identificarla, pero si vemos que las hojas se empiezan a caer de manera prematura, es muy posible que la planta esté contagiada por el hongo.

Hojas afectadas por mancha negra. Fijaros como algunas hojas infectadas se pueden confundir con la dehiscencia natural propia del otoño

La importancia de este hongo es la misma de casi todos los hongos patógenos: debilitamiento general de las plantas afectadas, mortalidad de algunas plantas, bajo rendimiento de floración y fructificación, gastos económicos para su tratamiento que derivan en una bajada en la rentabilidad de los cultivos, etc. Siempre es lo mismo.

Para su tratamiento no queda otra que usar fungicidas, pero nos encontramos con el mismo problema que con las infecciones bacterianas y es que este hongo puede desarrollar resistencias a los tratamientos.

La mejor solución es mantener prácticas de cuidados adecuadas en las plantas para evitar su aparición como puede ser la poda, abonado y riego adecuados para que el rosal crezca vigoroso, eliminar restos vegetales del suelo para que no se conviertan en fuentes de contagio, plantar los rosales en zonas soleadas, no hacer plantaciones muy densas, utilizar variedades que ya posean resistencia natural al hongo, etc, además de utilizar los fungicidas solo cuando de verdad sean necesarios para evitar que se creen resistencias. De esto ya hablé hace tiempo, así que os remito a esa entrada.

Ya vimos que este hongo penetra bajo la cutícula de la planta, por lo tanto, los fungicidas que actúan sobre la superficie de las hojas, como lo hace el azufre o el cobre, no van a conseguir gran cosa y habría que utilizar fungicidas que tengan cierta capacidad de penetración en la cutícula.

Información obtenida de: aquí, aquí, aquí y aquí.

Comentarios

  1. Gracias una vez más. Estoy haciendo memoria y creo que la mayor parte de mis rosales son resistentes a la mancha negra, pero el ejemplar de Pascali que tengo, a pesar de que saca muchas flores, sí que sus hojas han tenido ese aspecto.

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    1. Algunos de mis rosales también son variedades resistentes, pero de vez en cuando también pillan algo de mancha negra. En cuanto tengamos sospechas de la enfermedad, lo mejor es usar un fungicida para detener el contagio y evitar que se siga extendiendo.

      Para mí es una de las enfermedades más insidiosas y difíciles de tratar que pueden tener los rosales.

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