Karl Blossfeldt, el fotógrafo de las plantas

Karl Blossfeldt nació en Alemania en 1865 y murió en diciembre de 1932. Nació en un ambiente rural, en contacto con la naturaleza. Estudió bachillerato y empezó a trabajar como aprendiz en una siderúrgica de Mägdesprung, donde fabricaban rejas y puertas de hierro forjado representando motivos vegetales. Quizás esos primeros años de su vida enmarcaron su devenir futuro de una forma muy trascendental, pues tuvo contacto con la naturaleza, por un lado, y por otro, con la siderurgia y el tratamiento del metal, lo que le llevó a crear un nexo entre ambos mundos al observar esa sincronía y ese paralelismo entre las formas de la naturaleza y la posterior utilización de esas formas en las rejas metálicas.

Por aquel entonces, el Art Nouveau estaba muy de moda y se incorporaban motivos florales en diversos objetos, desde vajillas hasta rejas y bancos. Blossfeldt se interesó en transportar esos diseños de las plantas a sus creaciones de hierro forjado.

En 1889 se traslada a Berlín y empieza estudiar en el Instituto de Artes Aplicadas. Allí conoce a uno de sus profesores, Moritz Meurer, que le encomienda una nueva tarea para las clases de dibujo. El aún muchacho, obtiene una beca y viaja a Roma para elaborar materiales didácticos para el diseño ornamental a las órdenes del docente.

Karl permanece en Roma entre 1890 y 1896, y trabaja con muchas técnicas y medios para conservar las muestras de flores y plantas silvestres mediante el uso de tinturas, galvanoplastias o inmersiones en alcohol. Sin embargo, ninguna de esas técnicas le resultaron verdaderamente efectivas para lo que él quería. Además, también se presentaba el inconveniente de que la nieve del invierno hacía desaparecer casi todas las plantas y tenía muy poco material disponible para documentar. Y la solución fue la fotografía.

Blossfeldt quería hacer fotografía de aproximación, de objetos realmente pequeños, pero las cámaras de entonces no conseguían esos acercamientos y terminó creando su propia cámara fotográfica de fuelle para conseguirlo. Con su cámara podía ampliar los sujetos hasta 45 veces utilizando placas y técnicas de ampliación, llegando a plasmar detalles gráficos de la naturaleza que hasta entonces no se habían tenido en cuenta. Esas imágenes que logró le sirvieron a Meurer como una ayuda pedagógica para identificar y replicar patrones en sus clases.

Análisis de la forma de Smyrnium olusatrum (apio equino) por Moritz Meurer

Durante el viaje a Roma, Grecia y el norte de África, tuvo contacto con la antigüedad clásica. Durante ese periplo viajero, se dedicó a catalogar, reconocer y clasificar una gran cantidad de plantas. A pesar de los medios tan rudimentarios que tenía en esa época, sorprende la calidad artística de las fotografías.

Karl regresa a Berlín, donde consigue trabajo como ayudante del profesor Ernst Ewald en la Real Escuela de Arte y posteriormente se convierte en catedrático en 1921. Un poco más tarde, en 1924, se convierte en profesor en esa misma escuela.

A iniciativa de su maestro Moritz Meurer se abre una nueva asignatura llamada "Modelar usando como patrón plantas vivas" y Karl se convierte en el titular de esa materia. En esa asignatura utilizaba sus fotografías para enseñar a los alumnos y así pudo difundir su trabajo.

Karl Blossfeldt, en realidad, no era fotógrafo, sino que era profesor de artes aplicadas enseñando fundición en hierro. Karl era un fotógrafo que llegó a la fotografía por necesidad, un caso un tanto similar a Eugène Atget, para impartir la misma asignatura, y como instrumento utilizaba la fotografía, un instrumento para el fin que era dar clases de modelado de escultura.

Las fotografías de Blossfeldt tienen un carácter misterioso, onírico y extraño. Siempre aislaba sus sujetos, exponiéndolos contra un fondo blanco. Las plantas se presentaban desde diferentes ángulos, casi todas las hacía desde una vista frontal, algunas desde una vista cenital y ocasionalmente, muy raramente, desde un punto de vista diagonal, pero siempre manteniendo el mismo tipo de encuadre, ya que Blossfeldt quería que las plantas fueran el centro de atención. Su objetivo no era hacer arte en sí, sino crear documentos botánicos con un enfoque biológico.

Karl utilizaba la luz natural y colocaba los motivos cerca de una ventana orientada al norte, aprovechando la luz difusa y a veces utilizaba láminas o lonas para suavizarla aún más. A pesar de los medios limitados de la época, Karl logró crear unas fotografías extraordinarias. En su trabajo utilizaba fondos neutros, fondos grises, fondos negros o blancos.

Como eran sujetos para crear dibujos y las piezas de hierro posteriormente, Blossfeldt recortaba de las fotografías las partes que no le interesaban de las plantas. Esto llevó a unas composiciones verdaderamente intrigantes y muy cuidadas estéticamente, y de alguna manera también nos pone en una ambigüedad porque no nos da ninguna referencia para conocer el tamaño que las plantas que fotografiaba.

Las fotografías de Karl destacan por su manejo de la luz, la atención al detalle y la capacidad de mostrar lo diminuto y lo pequeño en la naturaleza. Sus imágenes han influido en la arquitectura, la moda y el diseño.

Las fotografías de Karl Blossfeldt inspiraron a numerosos fotógrafos importantes, como Irving Penn, Robert Mapplethorpe e Imogen Cunningham en temáticas relacionadas con la botánica, las flores o las plantas, en general. Pero su trabajo no solo se limitó ahí, sino que también influyó a otros autores como Brendt y Hilla Becher, que también repitieron la idea del fondo neutro en las fotografías, pero trasladando esa misma idea a las construcciones industriales abandonadas.

El trabajo de Blossfeldt trasciende el tiempo y más mucho más allá de la botánica y de la Nueva Objetividad, y su influencia se extiende a lo largo de la historia de la fotografía. Lo más llamativo del trabajo de Karl Blossfeldt, además de que no quería hacer arte, es que él no era un apasionado de la fotografía, sino que era un apasionado de las plantas y utilizó la fotografía como una herramienta para explorar profundamente su amor por las plantas.

Uno de los grandes valores de Blossfeldt y de su fotografía es el de entender que la clave, a veces, no es pensar de la fotografía hacia el sujeto, sino al revés, del sujeto a la fotografía. Es decir, tener un sujeto o un tema y utilizar nuestra cámara para explorarlo profundamente.

Su enfoque único, influencia de la Nueva Objetividad y de la fotografía contemporánea, hace de Blossfeldt un fotógrafo intrigante y relevante. A través de sus imágenes, se puede apreciar un mundo de geometría, claroscuros y una visión que transforma las plantas en algo más que simples sujetos botánicos.

Karl Blossfeldt nos invita a considerar que la clave no es pensar en la fotografía hacia el sujeto, sino del sujeto a la fotografía, revelando la belleza en la simplicidad de la naturaleza. En un mundo donde la fotografía a menudo se enfoca en la perfección y la estética, la obra de Karl Blossfeldt nos recuerda que la belleza puede encontrarse en la simplicidad y en la mirada profunda hacia lo que amamos. La fotografía de Karl Blossfeldt nos enseña que, a menudo, la autenticidad y la pasión pueden ser la clave para crear algo verdaderamente especial.

En resumen, Karl fue un fotógrafo excepcional que dejó una huella imborrable en la historia de la fotografía. Su enfoque en la naturaleza y su habilidad para capturar la esencia de las formas vegetales han influido en numerosos campos artísticos. Gracias a su creatividad y visión, pudo mostrar el mundo natural de una manera única y extraordinaria.

A pesar de que no se consideraba a sí mismo un fotógrafo en el sentido tradicional, ya que hacía fotografías como material docente, no como obras de arte autónomas, su obra trascendió y sigue siendo apreciada en la actualidad. Se estima que realizó unas 6.000 fotografías en toda su vida, pero tengamos en cuenta que la fotografía era considerada un producto de lujo en aquella época y que se reservaba para ocasiones especiales por el gasto económico importante que suponía hacerlas. Lamentablemente, solo se conservan unas pocas centenas de sus fotos.

Solo al final de su vida, con 63 años, recibió el reconocimiento que merecía. El galerista Karl Nierendorf expuso por primera vez sus fotografiáis en 1925.

En 1928, se publica su primer libro, "Formas Primigenias" con gran éxito. En 1932, se publica su segundo libro, "El maravilloso jardín de la Naturaleza" coincidiendo con el año de su muerte, y posteriormente, se publica "Prodigios de la Naturaleza" en 1942.

Las plantas son como unas estructuras auténticamente arquitectónicas que no se reducen únicamente a un diseño sobrio, sino que van modelándose y adquiriendo una forma según las leyes de la lógica y la funcionalidad, con la fuerza primigenia que empuja a todo autor a una forma artística sublime.
Prólogo de su libro "El maravilloso jardín de la naturaleza".

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