La antracnosis o chancro es una enfermedad fúngica que afecta a muchos vegetales como hortalizas, frutales, césped y otros árboles que puede estar causada. Las cucurbitáceas (calabaza, calabacín, sandía, melón, pepino) son plantas especialmente propensas a la antracnosis. Algunos de los hongos que pueden provocarla son:
- Apiognomonia errabunda
- Apiognomonia veneta
- Colletotrichum
- Gloeosporioides
- Discula fraxinea
- Glomerella
- Gnomonia
- Marssonina
- Stegophora ulmea
Las plantas infectadas desarrollan lesiones negruzcas, en forma de aureolas concéntricas en los tallos, hojas o en los frutos. A veces también pueden tener forma irregular. Las lesiones se inician en color amarillo o naranja y se oscurecen a los pocos días hasta llegar al marrón oscuro o negro.
En los frutos y hortalizas se origina una zona gelatinosa y blanda como si el fruto se hubiera llevado un golpe hace unos días. En el centro de las lesiones incluso pueden aparecer zonas de color rosado, que es donde se concentran las esporas del hongo y aceleran la pudrición de la fruta.
En los tallos y hojas se forman zonas necróticas similares a una quemadura del sol o debidas a un ambiente demasiado seco que pueden llegar a defoliar la planta entera. Sin embargo, al aparecer las lesiones en primavera o en otoño, tendríamos que sospechar de una antracnosis porque en esas estaciones del año la intensidad del sol aún no es muy fuerte. También puede provocar la muerte de los brotes de las ramas.
En los troncos de los árboles se forman unos bultos fácilmente distinguibles llamados chancros o cancros. Aunque existen varias enfermedades que pueden formar esos chancros, la antracnosis es una de sus posibles causas.
Sin embargo, sea cual sea el hongo que la provoque, si utilizamos una lupa podremos ver los acérvulos característicos de esta enfermedad. Los acérvulos son los cuerpos fructíferos de los hongos y tienen una forma alargada similar a un pelo.
Acérvulos del hongo con forma de pelo |
El hongo sobrevive al invierno en el interior o en la superficie de las semillas, en el suelo o en residuos vegetales. Cuando se combina la temperatura cálida con la alta humedad ambiental, germinan las esporas del hongo y se produce la infección en la planta. Por lo tanto, es una enfermedad típica de primavera y otoño.
La antracnosis no llega a matar a la planta, pero la puede debilitar mucho y la hace más susceptible a otras enfermedades o plagas. Este lleva a una bajada en el rendimiento comercial de las plantas, además de una disminución de su valor ornamental.
La vía de transmisión es a través del viento, la lluvia, insectos o a través de herramientas de jardín contaminadas con el hongo.
La mejor manera de tratar la enfermedad es previniendo su aparición: retirando las hojas secas del suelo, desinfectando las tijeras podadoras y las herramientas entre una planta y otra con una disolución de 1 parte de lejía y 6 de agua, evitando las pulverizaciones de agua sobre el follaje, evitando poner las plantas demasiado juntas para favorecer la circulación de aire, revisando las plantas antes de comprarlas, etc. En la medida de lo posible, es mejor seleccionar variedades o plantas que tengan una mayor resistencia a esta enfermedad, aunque esta información es difícil de obtener y no la suele facilitar el productor de la planta. A pesar de todo, la norma más efectiva consiste en mantener una buena higiene para evitar la germinación de las esporas y la propagación del hongo.
En cuanto a tratamientos preventivos, se puede utilizar una o dos aplicaciones de cobre en invierno en plantas de hoja caduca. En plantas de hoja perenne no está muy indicado el cobre porque puede quemar las hojas.
Aunque la antracnosis es una enfermedad que se extiende con rapidez y puede debilitar mucho a la planta, se puede tratar con éxito con productos a base de cobre o con cualquier fungicida de amplio espectro. Pero insisto en que el mejor tratamiento es la prevención.
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